Mrs. Dalloway

¡Qué zambullida! ¡Qué diversión! Es como si ella pudiera sobrevivir, pudiera prosperar, si Londres la rodea; si desaparece por un rato en medio de su enormidad, insolente y temeraria bajo un cielo despejado de amenazas; todas las ventanas con las cortinas abiertas (aquí, el severo perfil de una mujer ; allá, el copete de un asiento labrado), el tráfico, los hombres y las mujeres caminando ágilmente en su ropa de tarde,el olor de la cera y de la gasolina, del perfume , mientras alguien, en alguna parte (en una de estas avenidas anchas, en una de estas casas blancas particadas) alguien toca un piano, mientras.....

Extracto de Las Horas.
Stephen Daldry